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Apuntes


Textos breves, con palabras directas, oraciones parcas, telegráficas a veces, pero debidamente estructurados para permitir no solo la tensión que deja el regusto de sentido tras leerlos sino una reverberación de asuntos no dichos pero implícitos. Las palabras se combinan por una situación que les da coherencia y en la yuxtaposición de imágenes, dan un punto que tiene suficiente energía para sugerir un más allá.
La memoria del encuentro de un cuerpo, el júbilo de las que llevan la matriz de vida, el paso del tiempo y su impronta en la memoria, el ansia de restablecer lo vivido, la identificación con esos que comparten iguales penurias y sueños, los pequeños placeres que informan de una vida… memoria de los días y sus señas, siempre memoria, pues la poesía es también otra forma del recuerdo. Son estos los motivos que dan viento al poeta. Hay una tensa inquietud por el tiempo, ese terror a olvidar, que es la peor forma de malgastar el tiempo, pues no solo no vivimos como ansiamos sino que incluso lo poco vivido lo perdemos del reencuentro luminoso y reparador del recuerdo. Quizá el poema emblema de todo este sentimiento es el que apunta:

Qué olvido el de olvidar
cuando no logro encontrarme, 
y un pasillo sin tregua ni salidas,
va marcando los pasos del olvido. 

Es terrible que la vida vaya borrando nuestras huellas, las muescas en la piedra del ser que dan constancia de nuestro paso por aquí. Solo una forma tiene la criatura  humana para multiplicar el tiempo que se le esfuma: es el recuerdo. El brillo auspicioso y deferente que nos rehace y anima.
Para alguien como el poeta que va con estas líneas, estar es muy importante, pero estar aún cuando no se está, en el fulgor de la memoria.

Entrar de nuevo a los colores
dibujando la espuma de la tarde.
Llegar en el momento exacto.
Volver/Llegar.

El pulso que mueve al poeta es la posibilidad de la reencarnación por la memoria. Esta es la función de los «apuntes». Ya decía Octavio Paz que el poema es la resurrección de las presencias. Así, dejando estos trazos, lacónicos, prestos, tenues, porque sino se pierde el paso de la fugitiva, quedan estos poemas. Estela que desde la lejanía, reconstruye el camino recorrido y anima el alma para la canción. Solo en el canto son posibles los retornos.
                                                       
Manuel García Verdecia
Holguín, 19 de octubre de 2009




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