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Plagio de lo humano


Un poeta debe traspasar todos los sentidos, multiplicar su cosmos imaginativo con el hondón de versos sencillos pero profundos, tan ingrávidos como pompas de jabón y tan líquidos como el mercurio, y Pedro Pablo lo ausculta. Y es que el silencio dice mucho después de haber zozobrado, no solo en el mar, sino en la misma soledad, porque en esos momentos ―el alma se estruja como un pañuelo roto‖. No quedaba la rabia al pronunciar un nombre que solo lo sabe el poeta. Y ese nombre ―destila hiel granulada por mi boca‖. Y proclama ―Tu nombre será enterrado/ sin flores ni ceremonias‖. Nadie podrá saber nunca de quién se trata, podéis imaginarlo solamente. Ni siquiera un ejercicio de desrealización estética arrojará la verdad, siempre habrá un espacio para un mar de dudas. Si algún día el poeta revelara de quién se trata, cuál es el nombre de quien proclama en su pensamiento, ahí mismo ha perdido la poesía un buen poema y los versos caerán heridos al zafacón de las pasiones.
...Por medio de sus ―nuevas voces‖ quiere cambiar la forma de decir las cosas, como si fueran las ―Voces de Hoy‖. Y en cierta manera en Plagio de lo humano lo hace, planea por los mares del verso simple y la nostalgia honda, se desliza hecho pedazos en todos los sentidos: del alma, del cuerpo, del amor, y a ratos de la esperanza.
Pero que a nadie le quepa dudas, en Pedro Pablo, ―El mundo lleva alas‖, capaz de ―desbaratar por una vez la muerte‖ con sus versos, con sus palabras, porque irrumpe con la síntesis de un verso que no pretende más que contar sus esencias, sus raíces, sus pensamientos y sus nostalgias. Y aquí lo tienen con Plagio de lo Humano, más humano que nunca.

VIRGILIO LÓPEZ AZUÁN Dominicano, 7 de febrero de 2009

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