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Amparo la hija de Jacinta y Recaredo



Están ustedes, lectores, ante unas páginas donde se entretejen de forma magistral sentimientos allegados y encontrados —amor, desamor, rencor, entrega, frustración, perdón— que de una forma u otra han tenido que ver con mi propia vida y, estoy casi segura, que con la vida de algunos de ustedes.
Conocerán a Amparo desde que pasa en unos segundos de niña a mujer hasta que disfruta ya de toda una familia, a la cual se entrega y ama por encima de todo. El sentimiento de desarraigo que sentimos todos los que hemos tenido que refugiarnos en el exilio es una de las madejas de la urdimbre de esta novela escrita con un lenguaje sencillo, del “cubano de a pie”, ese que se escucha en cualquier hogar cubano y a la vez, la poesía en ocasiones revolotea cual mariposa.
Si bien cualquier persona puede encontrar esa identificación que buscamos en muchas narraciones literarias, el cubano de seguro se verá reflejado y recordará momentos que han marcado la vida de mu-chos de nosotros, tanto de los que vivimos “en el país del norte” como los que aún viven salpicados del salitre del malecón habanero y disfrutan de cerca de las en-hiestas palmas de los siempre-verdes campos.

...Otro ingrediente que hallarán en la novela es que a medida que avancen, les irán surgiendo interrogantes, pero no se apuren, queridos lectores, que el autor se las irá respondiendo, lo que eso sí, en el momento en que él haya decidido hacerlo.
Y en las últimas páginas, se enterarán que… No, no les voy a decir, porque es mayor el disfrute cuando cada lector va descubriendo con su propia lectura qué sucede con los personajes. En el final de esta novela el autor, como siempre, nos da incluso más respuestas que las interrogantes que hemos tenido, pero también como siempre, nos deja con el deseo de leer más, de Amparo o quizás de Genaro José… No sé si podremos saber más de esta familia —quizás no—, pero otros personajes ya le van dictando al autor sus avatares, sus miedos y esperanzas, sus amores y sus nos-talgias.

Disfrutemos de esta novela y esperemos la próxima, que aquí entre ustedes y yo, les diré que ya está “en blanco y negro”.

JOSEFINA EZPELETA
Miami, 4 de agosto, 2009


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